Nuestra gente»: Carlos (Primera Parte)

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Carlos ingresó a las filas de Rozen en 1984, cuando la empresa recién había instalado su matriz en donde se encuentra ahora: la colonia Granjas México. Al principio, lo enviaron a capacitar a una fábrica de camisas; allí, aprendió de la manera más efectiva posible: sobre la marcha, observando atentamente el proceso de elaboración de las prendas. Ahora es todo un maestro del corte.

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Desde su punto de vista, la prenda más difícil de realizar es la camisa, por el número de piezas y cortes que se requieren para confeccionarla; cuando una camisa está terminada, la considera casi como una artesanía. Las playeras son mucho más sencillas de realizar, aunque, en sus palabras, “también tienen su chiste”.

También ha notado que, de unos años para acá, la demanda y los gustos del público han cambiado: ya no se piden el mismo número de camisas de vestir como antes. Ahora se trabajan con pedidos de ropa más informal, como playeras, pants y shorts. El mercado juvenil ha crecido considerablemente. Se producen más uniformes para pedidos individuales, y sólo ocasionalmente para tiendas departamentales.

A Carlos le gusta su trabajo: en ese sentido, es un hombre afortunado. Una de las razones por las cuales disfruta laborar en Rozen, es porque cuenta con la libertad de proponer sus propios diseños: esto se debe a que, más que un empleado, es considerado por la empresa como un artesano. Es una posición que se ha ganado por sus propios méritos.

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Le da mucho gusto contemplar el trabajo terminado, como a cualquier artista le sucede; además, le encanta ver la satisfacción del cliente cuando se le entrega el producto tal y como éste lo pidió. Es una gratificación doble: la propia, y la de otras personas que se benefician de su esfuerzo.

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